sábado, 3 de febrero de 2018

Bailar la Vida

No exagero si digo que por lo menos han sido 15 minutos de baile. Un trayecto largo y realizado lentamente al son de tambores. Dos personas, varones, siguiendo el ritmo rápido de éstos, bailaban portando el Libro de la Palabra, y una caja redonda de la que salía humo de incienso. Sus cuerpos se movían con la alegría de quien sabe que lo que porta es un tesoro. Lo que reflejaban sus caras cuando han llegado es lo que mismo que han transmitido a los cientos de personas que hoy nos congregábamos para celebrar el día de la “fiesta de las candelas”, la “Presentación del Señor en el templo” … Gran fiesta del pueblo aquí.
También es el día también, en el que Vida Consagrada celebra su fiesta. Día que justo antecede al que nosotras, las Religiosas de Jesús-María, celebramos nuestra gran fiesta de aniversario. 3 de febrero. Y además 200 años ya.
Yo, mentalmente y con el corazón, seguía el ritmo que ellos marcaban. Un “ritmo” abierto y alegre, que ha hecho que pensara en tanta gente que, en mi camino, desde que me crucé con Jesús-María, me ha enseñado este estilo de creer en el Nazareno y el Reino. La alegría de la Libertad, esa que cuando se vive hondamente, y a veces con dificultad, y te lleva a desear que otros la conozcan. La alegría de dar sentido a los símbolos con los que celebramos y apertura, sin miedo, a “romperlos” o “cambiarlos” porque es para bien. La misma alegría que genera el despertar y respetar la conciencia del otro, la que no avasalla en las opciones, la que te mira con el cariño y el respeto del silencio. Esa es la alegría del Evangelio, y no otra. No la que encorseta, juzga y “cierra”. Esa no la quiero ni la deseo.
Para mi, Jesús-María no es una Congregación… solo. Es un estilo de vida, una opción que cada día se renueva con elecciones pequeñas hasta que llegan otras diferentes y de más calado, pero no más importantes; son personas con nombre y apellido que me contrastan mis “justificaciones” cuando me acomodo demasiado y solo cuando lo pido; es “comunidad” que inquieta y me hace preguntarme cómo vivo y porqué; es acogida, casa y cocina.
Me emociona que lo sigo viviendo a miles de kilómetros de distancia, con estas mismas religiosas que pertenecen a otro país y a otra cultura. Hay una “espiritualidad”, la manera en que se hace concreto lo trascendental, la forma en que se aterriza la vida, que no cambia. Es oxígeno, apertura, manera de vivir contrastada, discernida, libre. Quizá lo de menos sea “dónde hemos nacido” (Francia) o cuántas somos… Lo de más es que la espiritualidad ignaciana de la que bebió Claudina, se sigue actualizando, matizando y viviendo.
Bailaban con el corazón. Estos dos, bailaban con todo su ser. Hoy, día tres de febrero, bailo con ellos en este país y celebro así este día genial. Gracias Jesús-María por todos los que incorporas a este nombre.  Gracias por “partir” la Vida conmigo.

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