lunes, 23 de julio de 2018

Silencio...


Hace ahora más o menos dos semanas, Haití vivió una verdadera convulsión social. Solo algunos medios, en internet, y de esos que hay que buscarlos entre la prensa online no “popular”, se hicieron eco. El primer ministro, que debió subir los precios de los carburantes hace meses ante la demanda del FMI que ya no esperaba más, decretó de golpe, una subida que rondaba entre el 40% y el 50%.  
Dije una vez que Haití era un país fascinante pero silenciado. Y aquí lo he palpado nuevamente. La revolución en las calles de Puerto Príncipe no se hizo esperar. Si en algún país de occidente cierran el aeropuerto dos días seguidos y nadie puede entrar ni salir de la capital; si las embajadas no abren sus puertas y toda la ciudad está a la espera del siguiente aviso, se entera medio mundo, y el otro medio en diferido por las horas de diferencia. Pero Haití, es otra cosa. 
El problema, claro está no fue la subida brutal. Eso simplemente es la gota que colma la desesperanza de la gente que intenta salir adelante con unos medios ínfimos. Si el Gobierno y el Parlamento escuchara y palpara la realidad, en vez de viajar en avioneta para no cruzar las rutas cascadas y los bloqueos permanentes, se darían cuenta de que no pueden vivir con unos sueldos muy superiores al país vecino que tiene una renta per-cápita nueve veces mayor. 
El sillón nos hace distanciarnos del rostro de la gente. Un rostro que deja de ser un simple dato, estático y a la vez inestable. La alteridad se impone y la mirada cada vez más intensa, si podemos sostenerla, hace que me aleje de la “idea” que posiblemente tenga de él, porque la he construido con mi “yo”. Así dice Lévinas: “nosotros llamamos rostro al modo en el cuál se presenta el otro, que supera la idea del otro en mi”. 
Esto le falta a este Gobierno y a tantos otros que se alejan de la vida del pueblo, de su gente, de lo que viven y de lo que sufren. 
La dimisión del primer ministro no deja de ser para mí, un aviso para navegantes. Cuidado con perder el norte en la ruta del sentido… 
Ahora toca esperar lo siguiente que no resulta muy alentador… creo. 

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