sábado, 24 de marzo de 2018

Unos "ramos" para ellas

Justo hoy un amigo andaluz, todavía recuerdo esa primera conversación contigo en el Colegio Mayor -gracias Álvaro Junquera-, escribe en facebook sobre las relaciones de la Iglesia y el estado, en el que estamos teóricamente aconfesional, y éstas con la izquierda. O más bien escribe de la poca “mano izquierda” que tienen algunos poderes para tratar los asuntos del estado. Y estoy de acuerdo con él.
Y hoy justo es Domingo de Ramos y acabo de venir de una misa que ha durado casi tres horas y en la que no se ha “hecho” nada especial… Únicamente una pequeña procesión con “ramos bendecidos”, en memoria de la entrada que, sentado en un borrico, hizo Jesús a su llegada a Jerusalén días antes de la Pascua judía. Los ramos, como no, eran de hoja de maíz y los vendían las mujeres que siempre están en la puerta de la Iglesia para ganarse algo en el día.

También aquí, en Puerto Príncipe, la Iglesia jerárquica hace pensar… porque los contrastes son fuertes y quizá, creo, una imagen un poco alejada del que fue pobre entre los pobres. Digo “imagen” porque no quiero, ni mucho menos, juzgar. Bastante tengo yo con lo mío, como para juzgar a los demás. Si me centro en la imagen es porque creo que muchas veces la cercanía, que la hay, se oscurece en la manera de mostrarnos ante los demás y creamos muros donde simplemente no hemos sabido mostrarnos con nuestra debilidad y pobreza.
Por eso hoy me quedo con otra foto que refleja para mí, lo que puede ser un Domingo de Ramos, en el que Jesús entra sentado en una borrica.
y es que me fascinan las mujeres de los caminos, de los pueblos alejados unos de otros, cuyo medio de transporte es éste, una borrica. Van al mercado, a vender la cosecha, lo que tejen, lo que amasan, el carbón que hacen con las maderas que cortan… todo, sentadas en una borrica durante horas. Camino de ida, de noche pues no ha amanecido, y de vuelta, en el que llegan casa también de noche, y han de preparar comidas y atender a la familia. Es impresionante.
Como impresionante es ver sus caras ajadas por el sol y curtidas sus piernas. Mujeres. Qué dignidad tienen. Son ellas las que cocinan, las que mantienen la casa entera, las que callan y trabajan. Todos los días me cruzo, cuando salgo, con muchas de ellas que se sientan en la acera y ahi pasan el día, de sol a sol, para vender lo que hay. Y ríen. Ríen entre ellas. Dios sabe lo que comentan...

Aquí os dejo un regalo. Éstas si que merecerían unos ramos, pero de flores, cada día de esta semana. Feliz Semana Santa.

Ya estamos todos

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