sábado, 24 de febrero de 2018

existen los "Oasis"-"Osadías"

Hace un tiempo, tuve la oportunidad de trabajar muchos años en uno de los colegios más bonitos que tenemos en España las religiosas de Jesús-María. Un colegio pionero en escuela “integradora” donde los niños con unas “necesidades educativas especiales” desarrollan todas las competencias en la misma clase con otros que tienen “otro tipo de necesidades”. Porque ¿hay algún niño o adulto que no las tenga?.
Este centro se llama “Colegio Cristo de la Yedra (#JMCristodelaYedra)” y está en Granada. En él todos los niños, profesores, familia y personal educan su sensibilidad desde los inicios, por ósmosis, porque se vive, tal cual y sin más. Dar una clase allí es un reto y un regalo. Requiere preparación, claro, pero sobre todo, requiere tener la osadía de creer que las verdaderas competencias están en el interior. Sólo hay que ser “maestro” para ayudar a que salgan.
Ayer, aquí, en Puerto Príncipe, soñé con un centro así. Tuve la oportunidad de visitar un “oasis” que creía inexistente en esta tierra. Conocí a Magda en diciembre, porque era muy amiga de Isa, y con ella su trabajo incansable, recorriendo caminos desde el nordeste del país hasta la capital, con esa convicción, que en ella no se desgasta, de que los más pequeños, esos niños con unas capacidades “distintas”, son “personas”, geniales personajes que ponen una nota “desigual” en un mundo que trata de homogenizar lo imposible. Se dedica a quedar con las familias, hablarles, comunicarles la riqueza de tener ese hijo y de tratarlo como un tesoro y no como el último. Su trabajo es físicamente agotador pero oírla hablar da alas y oxigena en lo “aparentemente imposible”.
A ella la apoyan otros, y esto es lo que viví ayer. Es un centro que empezó de la nada, de “recoger” a los que nadie quiso, y fundar un orfanato. Empezaron a darles clases de manera voluntaria y hoy es una escuela preciosa, solo para ellos, con fisioterapeutas y todo tipo de equipos para rehabilitación y ayuda neurológica y psicológica. Lleva 25 años funcionando y a partir del terremoto ha abierto sus puertas también para los adultos. Es pionero en Haití.  Me hablaron de la necesidad de maestros de educación especial que en este país no hay; de formar a sus educadores en esto; de capacitar oficialmente para ello. Y me acorde de perdonas que conozco con esas cualidades; y les hablé, de esa escuela integradora en la que tuve la oportunidad de vivir esos años. En un colegio donde cupiesen “todos”…
Aquí ya es un reto lo primero… esto una osadía. Pero empezamos a soñar con ello, con esa posibilidad, con ese por dónde empezar a buscar, con ese ¿qué estará diciendo Dios ahora con esto?.
No sé, pero sigo pensando que nada es casualidad. Sigo pensando que soñar no es gratis, sino una osadía. Quizá vienen tiempos donde dejarse llevar por el viento del Espíritu es, como siempre, retador. ¿Alguien se apunta? 

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