sábado, 6 de enero de 2018

¡Ya estamos todos!

Ya apareció. Me extrañaba a mi que todo fuera tan bonito. Ahí está, aquí lo tenemos, el malísimo de la película. Ese personaje que aparece en todo tipo de situaciones y, que cuando emerge, a una le gustaría que tuviera una gripe bien gorda para dejarlo en la cama unos cuantos días por baja sideral…
Pero, queridos, hemos de reconocer que la historia no sería la misma sin él. Carecería de arranque y de pasión y, por supuesto de “veracidad”. Qué haríamos con una narración sin este personaje… ¡¡Nada!!.
Por eso está aquí, justo en este día de la semana litúrgica donde quizá, todo se tiñe de cierto color agridulce de regalos y vacíos. Sí también esto último, no lo olvidemos.

Herodes pone la pica en Flandes. Es el Pilato de la Navidad. Cuando oímos su nombre refunfuñamos y sacamos lo peor de nosotros, maldiciendo a este condenado que, según la historia evangélica, quiere llevarse por delante al recién nacido. Sale de su “despacho imperial” para “olisquear” dónde estará aquel que le arrebatará su parcela de poder, que le quitará autoridad y que impedirá que siga avanzando en sus empresas y dominios. Y emite órdenes verdaderamente dolientes.

Hasta aquí llego en mis pensamientos… y me quedo estupendamente. Me voy a la cama. Mañana vienen los Reyes.
Pero, ¡ay amigos!, no puedo dormir. Cuando me paro a pensar un poco, me voy dando cuenta que también hay estelas herodianas en la sangre que yo llevo. No es un personaje casual en este cuento navideño. Es la verdad de cada uno, donde conviven luz y sombra, choza y castillo, poder y servicio. O ¿es que no tenemos parcelas de “poder” ahí donde estamos o vivimos? Y ¿no hemos temido perderlas alguna vez, cuando las hemos visto “amenazadas” por algo o alguien, aunque solo fuera interpretación nuestra? Pensemos un poco. El que más y el que menos tiene… alguna… ¿cómo hemos actuado entonces? Ummm….
Herodes no es más que la sombra que toda luz proyecta, y es bueno saber que está. Somos luz, o por lo menos estamos llamados a serlo. Pero hay que reconocer que cuando nos dejamos llevar por lo que no somos, por lo que no nos oxigena, por lo que nos resta libertad e impide decir y hacer lo que en realidad sentimos y vemos, nos herodiamos y enredamos en la película. Y actuamos sacando de nosotros, a veces rebuscadamente, lo peor.

Pensemos en “Herodes” como todo aquello o aquel/a que, sin saberlo, provoca en los Magos cierta intuición borrosa, que les hace volver por otro camino. Cuando intuimos “borrosidades”, “ruidos interiores”… ¿Por qué no vamos “por otro camino”?
Por eso me parece tan genial esto de que aparezca aquí. Es mi otro yo. Espero que cada vez más chiquitito.

Ah! Y menos mal que pasaron de Él. ¡Uf! Felices Reyes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya estamos todos

Referentes Vs influencers

 Hoy me decía una persona que necesitamos "referentes". Y lo hacía en medio de un diálogo sobre lo que significa la educación y la...